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Las colectivizaciones agrarias de la CNT fueron, en general, espontáneas. Las que estuvieron bajo el influjo de los treintistas se adecuaron como un socio más del sindicato agrícola local mientras que las que estuvieron comandadas por la ideología más libertaria, en bastantes casos no aceptaron tal supeditación. La Consejería de Agricultura de la Generalidad de Cataluña, en manos de la Unión de Rabassaires, dependiendo del Partido Socialista Unificado de Catalunya frenó el apoyo legislativo, técnico y moral a las colectividades. La CNT resistió el envite yendo a remolque, básicamente a partir de los hechos de Mayo de 1937. Ello conllevaría una lucha interna en la dirección agraria anarquista, lucha que se sumaba a la externa, descarnada, con la mayoría de partidos y el resto de sindicatos. Como obra humana, las colectividades mostrarían la necesidad de una auténtica justicia social que no existía, con aciertos y errores.