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Vivimos en un modelo social injusto y desigual, que no duda en usar la violencia para sostenerse. Pero su estabilidad no depende solo de la represión. La paz social solo puede mantenerse si la población acepta, aunque sea a regañadientes, esa situación. Al proceso que trata de moldear nuestra forma de pensar y hacer, de la cuna a la tumba, lo llamamos domesticación. En este proceso están implicadas muchas entidades públicas y privadas, también lo están estructuras sociales formales e informales, además de ideologías, símbolos y rituales. La domesticación es compleja y se filtra a todos los ámbitos de la vida cotidiana, sea en el trabajo, el ocio, la salud o las movilizaciones sociales. En estos textos se trata de comprender como funciona y de atisbar pistas para superarla.
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