EL ETERNO ADÁN

Imagen de cubierta: EL ETERNO ADÁN
Precio: 10,50€
Sin stock, sujeto a disponibilidad en almacenes.
Editorial: 
Coleccion del libro: 
Idioma: 
Castellano
Número de páginas: 
124
Dimensiones: 220 mm × 150 mm × 0 mm
Fecha de publicación: 
2007
Materia: 
ISBN: 
978-84-95897-10-7

«El simbolismo está a flor de texto y no necesita traducción; secreto mal protegido, ya se hunda en la tierra o en un código.»

Michel Serres


«Podemos preguntarnos si no ha habido influencias directas de Nietzsche sobre Verne, o incluso de Verne sobre Nietzsche [...] Esta influencia es evidente en una obra póstuma de Jules Verne, El eterno Adán, donde el principal personaje es un filósofo que emplea muchos años en descubrir la clave de un "jeroglífico indescifrable". Este personaje se llama "Zartog Sofr-Ai-Sr" y [...] basta con suprimir tres o cuatro letras tanto en "Zartog Sofr-Ai-Sr" como en "Zaratustra" para obtener dos nombres de similares resonancias: Zaratosfra y Zaratostra [...] Está claro: ¿quién habría podido inspirar a Verne la idea de un "eterno retorno" sino la lectura de obras filosóficas en las que este tema ocupa un sitio fundamental?»

Marcel Moré

«Es Él, y con mucho, el mayor genio literario de todos los tiempos; "permanecerá" cuando todos los demás autores de nuestra época hayan sido olvidados. Es por lo demás monstruoso hacer que lo lean los niños.»

Raymond Roussel

El extraordinario valor literario de El eterno Adán se ha visto afectado al menos por dos circunstancias que le han impedido alcanzar la importancia que merece. No sólo en el conjunto de la obra de Verne, sino incluso, como alguno lo ha resaltado, en parangón con las grandes obras de la literatura universal.
La primera tiene que ver con su autoría, puesto que es ya larga la serie de voces que han insistido en el papel que Michel Verne podría haber desempeñado en la redacción definitiva del relato, publicado primero en solitario en 1905 y más tarde formando parte de una serie de relatos póstumos agrupados con el título de Ayer y mañana, atribuidos algunos de ellos muy discutiblemente a su padre. Nada está resuelto a este respecto: a la existencia de una copia manuscrita del texto de El eterno Adán de puño y letra de Michel Verne se contrapone la constancia del proyecto de su padre, con su redacción previa, de un relato titulado Edom, germen de El eterno Adán; a la presencia de un brío y una seguridad que cuesta atribuirle a un moribundo se contrapone la cultura bíblica necesaria para haberlo escrito, de la que generosamente disfruta el padre mientras el hijo en la misma medida carece de ella. Todo ello ahondando un misterio que amenaza no quedar nunca resuelto.
Pero lo que ha producido el rechazo de muchos y su voluntario alejamiento de El eterno Adán es su tono sombrío y pesimista, que lo distinguen de la mayoría de sus obras, admiradas justamente por lo contrario. En El eterno Adán no sólo los protagonistas sino la humanidad entera no tienen a su disposición los medios por los que acostumbran a escapar de su aniquilación los héroes vernianos, consistentes, se sabe, en una sabia mezcla de recursos científicos y la intervención de una más o menos velada providencia.
Sin embargo, para otros, El eterno Adán cierra con una obra maestra el ciclo de los Viajes Extraordinarios, conteniendo el más extraordinario de los viajes imaginado por Verne: el avance infinito de lo mismo dentro de un universo finito (hecho posible gracias a la intuición, de probable origen nietzscheano, del «eterno recomenzar de todas las cosas»). Pero ¿cómo narrar el eterno retorno sin apelar a la necesaria destrucción cíclica de lo que, sin embargo, va a renacer? Y la humanidad, pese a su incapacidad de resistir a la ola de destrucción que la arrastra, renacerá providencialmente de sus cenizas. ¿Qué podría la ciencia contra la inexorable ley de la repetición? Porque si algo se afirma en El eterno Adán es el seguro renacimiento de la ciencia, y así en cada una de las épocas en que transcurre el relato se hace la alabanza del progreso científico, que no es nunca la causa de la destrucción de la humanidad.
Por eso, sin la lectura de El eterno Adán no se ha acabado de leer a Verne. Pero, sobre todo ?y ése es el momento de la literatura y de su fascinación?, tampoco se habrá acabado de leerlo tras su lectura.

AUTOR/A

VERNE, JULIO

Jules Gabriel Verne (Nantes, 8 de febrero de 1828 ? Amiens, 24 de marzo de 1905), conocido en los países de lengua española como Julio Verne, fue un escritor francés de novelas de aventuras.<BR><BR>Considerado, junto con H. G. Wells, uno de los padres de la ciencia ficción, es el segundo autor más traducido de todos los tiempos, después de Agatha Christie, con 4.185 traducciones, de acuerdo con el Index Translationum. Algunas de sus obras han sido adaptadas al cine. Predijo con gran exactitud en sus relatos fantásticos la aparición de algunos de los productos generados por el avance tecnológico del siglo XX, como la televisión, los helicópteros, los submarinos o las naves espaciales. Fue condecorado con la Legión de Honor por sus aportes a la educación y a la ciencia.<BR><BR>Wikipedia

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