Dalègre es un afable bon vivant oriundo de Nevers, donde vive feliz hasta que, un buen día, harto de disfrutar de los placeres mundanos que le ofrece esa pequeña ciudad de provincias en el centro de Francia, decide visitar París. Allí coincide con Gardilanne, un amigo de su juventud. Sus estilos de vida son la noche y el día: mientras que Dalègre es el alma de todas las fiestas, Gardilanne es la personificación de la frugalidad, lleva una vida en exceso ordenada, apenas tiene trato con sus semejantes y no se le conocen inquietudes de ninguna clase. Sin embargo, pese a su aparente imperturbabilidad, una pasión lo consume en secreto: a diario, haga el tiempo que haga y con la avidez de un cazador, Gardilanne se entrega febrilmente a recorrer anticuarios y ropavejeros con el fin de ampliar su colección de objetos raros y valiosos. Gardilanne está especialmente encandilado con las fayenzas de Nevers, «las cerámicas más hermosas de toda Francia», y le encomienda a su amigo la misión de aprender a reconocerlas y de procurárselas para engrosar su gabinete de maravillas.