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Definir el amor es como definir la libertad: lo que lo determina realmente es la práctica. Existen muchas prácticas del amor, muchas experiencias. La camaradería amorosa convoca a una nueva manera de reflexión sobre el amor, sin condicionantes en su práctica, tan solo los aprendizajes sanos de una educación de la voluntad. Liberarse amando. La rebelión de Émile Armand fue prolija y masiva. Primero se rebeló contra su propio nombre, Ernest Lucien Juin: una institución familiar. Luego contra su credo católico: una obligación moral. Después contra el matrimonio: una condena social. Y más tarde contra el poder en general. Abrazó la camaradería amorosa, precursora combinación de sensualidad y libertad, de amor y respeto. Y asumió una nueva identidad: el individualismo anarquista. Si la hipocresía es la madre del hombre mediocre y la avidez es el padre, Armand pretendió crear una generación temprana de hijos libres, egoístas alegres, hombres-niño que supieran detectar con su cuerpo la mezquindad del poder justo allí donde éste se acerca en actitud cómplice.