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Judith Butler explora la manera en que el liderazgo bélico de EE. UU. ha impuesto una distinción entre aquellas vidas que merecen ser lloradas y aquellas que no. Nos muestra que esta distinción, presentada a través de formas de comunicación que se han convertido en parte de la guerra misma, ha conducido al primer mundo a la destrucción y abandono de poblaciones que no se ajustan a la norma occidental imperante de lo humano.